El género epistolar

El género epistolar es otro de los géneros literarios. Aunque la carta es un medio de comunicación personal, muchas veces se ha recurrido a ella en la literatura con unos fines determinados. A lo largo de la historia se han escrito muchas obras en forma de carta. Es un género que se caracteriza por la espontaneidad y por el tono coloquial, aunque no está exento tampoco de recursos literarios. En el Renacimiento, junto a los diálogos, fue uno de los géneros más cultivados. El Lazarillo de Tormes es una novela escrita a modo de carta. Se pueden recordar muchos más ejemplos de la literatura. Uno de los más logrados es, sin duda, la obra de Gustavo Adolfo Bécquer titulada Cartas desde mi celda: es un conjunto de cartas que el poeta envió desde el monasterio de Veruela a los lectores del periódico El Contemporáneo, en el cual colaboraba. Leamos un fragmento de una de estas cartas:

"Queridos amigos: Si me vieran ustedes en algunas ocasiones con la pluma en la mano y el papel delante, buscando un asunto cualquiera para emborronar catorce o quince cuartillas, tendrían lástima de mí. Gracias a Dios que no tengo la perniciosa, cuanto fea costumbre, de morderme las uñas en caso de esterilidad, pues hasta tal punto me encuentro apurado e irresoluto en estos trances, que ya sería cosa de haberme comido la primera falange de los dedos. Y no es precisamente porque se hayan agotado de tal modo mis ideas que registrando en el fondo de la imaginación, en donde andan enmarañadas e indecisas, no pudiesen topar con alguna y traerla, a ser preciso, por la oreja, como dómine de lugar a muchacho travieso. Pero no basta tener una idea; es necesario despojarla de su extraña manera de ser, vestirla un poco al uso para que esté presentable, aderezarla y condimentarla, en fin, a propósito, para el paladar de los lectores de un periódico, político por añadidura. Y aquí está lo espinoso del caso, aquí la gran dificultad."

Gustavo Adolfo Bécquer pasó unos meses en este monasterio de Soria reponiéndose de la tuberculosis, enfermedad que había contraído cuando era joven. Debido a su precaria salud, moriría unos años después en Madrid a la edad de 34 años.

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