La descripción
La descripción constituye una modalidad textual que con frecuencia aparece incorporada a la narración. Se pueden describir personas, objetos, lugares o sentimientos. En la descripción debe haber un orden. En ella son importantes los marcadores espaciales, como en primer término, a la derecha, a lo lejos, al fondo, etc. En todas las clases de descripción son muy importantes los adjetivos calificativos.; cuando se describen paisajes, destacan los de carácter sensorial. También se usan comparaciones, metáforas y personificaciones. Algunos de los mejores paisajistas de nuestra literatura son Unamuno, Azorín y Gabriel Miró. El siguiente teto, perteneciente a Platero y yo de Juan Ramón Jiménez, puede servir de modelo:
"La cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria, vagamente enrojecido, y las hierbas y las florecillas, encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia mojada, penetrante y luminosa."
Una característica que tienen los textos descriptivos es la escasez de verbos. Los que aparecen suelen ser verbos de estado. A veces se recurre a la enumeración de elementos.
Otro ejemplo:
"Fuera, la plaza está solitaria, desierta; se oye un grito lejano; un viento ligero lleva unas nubes blancas por el cielo. Y salimos de este casino; otra vez nos encaminamos por las anchas calles; en los aledaños del pueblo, sobre las techumbres bajas y pardas, destaca el ramaje negro, desnudo, de los olmos que bordean el río. Los minutos transcurren lentos; pasa ligero, indolente, el galgo gris o el galgo negro, o el galgo rojo. ¿Qué vamos a hacer durante todas las horas eternas de esta tarde? Las puertas están cerradas; las ventanas están cerradas. Y de nuevo el llano se ofrece a nuestros ojos, inmenso, desmantelado, infinito, en la lejanía." Azorín, La ruta de don Quijote.
"La cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria, vagamente enrojecido, y las hierbas y las florecillas, encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia mojada, penetrante y luminosa."
Una característica que tienen los textos descriptivos es la escasez de verbos. Los que aparecen suelen ser verbos de estado. A veces se recurre a la enumeración de elementos.
Otro ejemplo:
"Fuera, la plaza está solitaria, desierta; se oye un grito lejano; un viento ligero lleva unas nubes blancas por el cielo. Y salimos de este casino; otra vez nos encaminamos por las anchas calles; en los aledaños del pueblo, sobre las techumbres bajas y pardas, destaca el ramaje negro, desnudo, de los olmos que bordean el río. Los minutos transcurren lentos; pasa ligero, indolente, el galgo gris o el galgo negro, o el galgo rojo. ¿Qué vamos a hacer durante todas las horas eternas de esta tarde? Las puertas están cerradas; las ventanas están cerradas. Y de nuevo el llano se ofrece a nuestros ojos, inmenso, desmantelado, infinito, en la lejanía." Azorín, La ruta de don Quijote.
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